Recordaba el susodicho a propósito de cierta "literatura escolar" el daño que según Kurt Vonnegut podía provocar la escuela como mortífera arma de destrucción masiva, y proseguía hablando de las ideas de Ivan Illich acerca de la conveniencia de construir una sociedad desescolarizada, a fin de escapar de la dictadura del profesorado. Y finalmente decía:
«Aunque es un libro pleno de humor, más cercano a Vonnegut que a Illich, el autor le da toda la razón al austríaco-mexicano: el camino de la escuela sólo conduce a su propia degradación. "Esto es lo que ha conseguido el colegio en todos estos años de esfuerzo: la sordera. Todos los alumnos tienen mínimas capacidades de atención, están hartos de todas esas motivaciones escolares que los infantilizan o que subestiman su inteligencia".
Y ocurrió entonces que leímos la novela y que decidimos publicarla y que hablamos con el editor y con el autor, y éste aceptó las muy magras y enjutas condiciones económicas que le ofrecimos, y fue así como se llegó a este libro que usted tiene en sus manos, y no lo deje caer y abra y lea y disfrute y si además tiene usted hijos o padres o nietos en edad escolar déselo, que acaso su lectura les haga bien.»