En esta novela, dos niños, un príncipe y un mendigo, intercambian sus papeles, dejando al descubierto las enormes diferencias e injusticias sociales que existían en el reinado de Enrique VIII de Inglaterra. Si la mendicidad era una carga insufrible, no lo era menos pesada la de príncipe, sobre todo cuando se era un niño. Una novela que muestra la importancia de ponerse en el lugar de otro antes de criticar, juzgar o condenar.