Somos veletas al viento que nunca sopla en la dirección deseada y, a merced de esa veleta, estuvieron las dos amigas de este relato, siempre a la espera de que el aire soplara del lado más conveniente, un aire que a veces es benévolo, otras en cambio, parece querer arrastrarlas en su remolino.
A ninguna de las dos se las llevó la ventolera, pero como en la vida misma, a veces sopla el viento del lado menos conveniente.