La comprensión del lenguaje del profesorado, imprescindible para comprender su quehacer educativo, exige clarificar la terminología básica que utiliza, el origen y alcance de la misma, porque los términos, las palabras, y los conceptos que comunican, tienen su historia, sus referentes culturales, y el conocimiento de los mismos es esencial para estudiar el lenguaje pedagógico, máxime cuando esta terminología se integra en un discurso y contribuye a estructurar el pensamiento del profesor, quedando sometida, obviamente, a profundos cambios que van reflejando el propio devenir de la educación, de sus sucesivas reformas, de las innovaciones educativas hasta llegar, en muchos casos, a la casi ruptura con los significados primigenios, a su desvirtuación, porque las palabras y los discursos en que se integran tienen un consustancial carácter dinámico y, en su evolución, van acumulando influencias científicas y tecnológicas, y también otras de naturaleza político-ideológica, cultural
Es fácil convenir, pues, en que la formación del profesorado, inicial y continua, de cualquier nivel del sistema educativo, debe ser muy sensible al componente formativo que se asocie al lenguaje pedagógico, en su conjunto, dentro y fuera del aula, en la interacción didáctica y en sesiones de trabajo entre colegas, en foros formales y en los informales, entre profesores y en la comunicación de estos con los padres, en las relaciones entre iguales y aquellas otras caracterizadas por una distribución asimétrica del poder, en las lecturas de bibliografía pedagógica y cuando el profesorado redacta sus propios documentos
La socialización en la labor docente y la profesionalización dentro de la misma tienen en el lenguaje pedagógico un atributo indiscutible, que se plasma gracias al empleo de la pertinente terminología que el profesional tiene que conocer y comprender en toda su riqueza, con todas sus potencialidades comunicativas, y a ello quiere contribuir esta obra. Su aportación al respecto para la formación de maestros y profesores tiene, en la actualidad, un interés muy especial habida cuenta del contexto académico que nos acoge, marcado por unos planes de estudio que han incorporado los logros más recientes de la investigación educativa con la consiguiente proliferación de nuevos conceptos, expresados, a veces, con términos ya clásicos -que han visto modificada su semántica, llegando, con lamentable frecuencia, a una polisemia insoportable e intrínsecamente confusa- o plasmados en otros nuevos, resultando de todo ello un notable riesgo de confusión terminológica dentro de una jerga profesional tan desmedida en verborrea como imprecisa en su potencial comunicativo. Tómese, pues, esta publicación como un punto de luz y un tamiz para esclarecer el lenguaje pedagógico, cometido que debería situarse en el epítome de la formación del profesorado.