Nadie le negaba nada a Lucas. Las mujeres caían rendidas a sus pies, y en su cama, en cuanto chasqueaba los dedos. Su vida estaba llena de encanto y despreocupación. Era, sin duda, un bala perdida.
Grace Carter sabía que el impredecible Lucas podía arruinar su carrera profesional y no iba a tolerar aquel comportamiento caprichoso, a pesar de la química que había entre ellos. Sin embargo, trabajar a su lado era apasionante y, tras recibir una pequeña dosis de su magia, incluso la formal y remilgada fachada de Grace comenzó a resquebrajarse?