Cójase una pelota, por ejemplo. La cantidad de juegos que se puede inventar la persona con una pelota. Es más, la cantidad de juegos que están ya inventados con una pelota. Una pelota es, para decirlo rápido, una maravilla de la técnica. Pues bien, también este libro es una pelota.
La cosa es que para el protagonista del libro, por mucho que tenga un proyecto importante entre manos, lo más necesario es pasar la mayor parte del día jugando. Y hay que tener en cuenta que es una persona mayor ya (o medio mayor, por lo menos: 35-37 años). Sin embargo, no le da demasiada vergüenza, y siempre lleva una pelota de goma, y viaja con dos sacos llenos de soldaditos de plástico para jugar con su hermano o compra diccionarios y enciclopedias para escribir vidas que no existen.
Pero no todo es juego en el libro, claro. Matías Malanda tiene otra manera de mirar, y en esa manera de mirar habrá verdades que no hay en otras maneras de mirar, habrá mentiras también, pero sobre todo habrá una intención de pensar la vida. Por lo que pueda pasar.