El Paladar perdido, como su título anticipa, es un viaje de exploración y reconocimiento de ese no tan infrecuente sentimiento o estado de abandono y deterioro progresivo hasta la supresión o el mal funcionamiento de todo lo que compone al ser humano: la cabeza, su interior, e incluso los sentidos. Sentidos necesarios, a veces confundidos, que tras degustar con placer o decepción, nos permiten conocer la experiencia vital y compartirla. La autora en algún momento, pretende invitar a que la luz visite sus palabras que dan lugar a un conjunto de visiones desprendidas de un proceso, que como la escritura y la madurez, se adquieren y reconocen muy despacio y es un abrir la mirada para siempre. Recorrido que ha conducido a la gestación de expresiones poéticas incontenibles.