Argumento de El País Escondido
Maggie es una niña muy tímida que vive en su mundo, protegida por una fantasía desbordante que entre otras cosas le hace creer que todo lo que dibuja con sus rotuladores mágicos se convierte en realidad. Es una suerte que vea la vida así, ya que su historia es triste: su madre la abandonó cuando era bebé y se ha criado con su abuelo, con el que se siente feliz en su castillo, en una casita diminuta. Pero el abuelo se está olvidando de quién es, padece demencia senil, y las asistentes sociales del ayuntamiento quieren separarlos, enviarlos a cada uno a un centro. Maggie no lo puede permitir, el abuelo es todo lo que tiene, y decide ir en busca de su madre, pues es la única que puede evitar que los separen. Ya no cree que sea una sirena, como le contaba el abuelo de pequeña; una sirena que tuvo que regresar al mar porque no podía respirar fuera del agua. Ha encontrado droga en una caja que le pertenecía y, desesperada, se lanza a las calles de aquel Bilbao de plomo con el propósito de dar con algún drogadicto que la conozca y los conduzca a ella. Afortunadamente, no está sola ante el peligro: la acompaña su abuelo, que disfruta de esa búsqueda por los bajos fondos de una ciudad llena de barricadas como si fuera una aventura fabulosa.
Le ayudarán también un vecino de su edad, tan inocente como ella, y un fantasma que vive en la pared de su dormitorio, con el que comparte todos sus secretos. Cuenta además con el poder de sus dibujos milagrosos, con los que intentará salvar su mundo, un mundo lleno de magia, del que, no obstante, deberá escapar para volver a ser feliz.1