«El Orden de los Poderes» afronta el problema desde la ilusión de unos orígenes doctrinales y la fascinación de unas primeras experiencias prácticas. Nada engaña si se mira con atención y de cerca. Desde un principio el constitucionalismo precisa dotarse de poderes más allá e incluso a espaldas de lo que pudiera interesar a la garantía de derechos porque está excluyendo sin reconocimiento e incluyendo sin consentimiento. Unas discriminaciones de diverso tipo el no europeo, la mujer, el trabajador no propietario, etc. pueden explicar dicha necesidad de unos poderes que no ceden a medida que van sucediéndose incorporaciones, al no producirse éstas nunca en igualdad de condiciones. Siguen siendo necesarios los poderes de institución exorbitantes para los derechos de libertad. He ahí en suma la historia que esta publicación contempla.