Un amigo de la familia promete ayudarla. Así encuentra trabajo los domingos en la pastelería Escribà, regentada por el hijo de Mateu Serra. Aunque no es más que una simple dependienta, ya que en los obradores solo trabajaban hombres, Alba está convencida de que se trata de un importante paso.
Un día debe ayudar en el obrador, donde se quedan maravillados con sus asombrosas aptitudes. De esta manera la vida de Alba dará un giro que la situará muy cerca del éxito. Con sus platos, Alba transmite su propia esencia, sensual y creativa, y logra transformar el ánimo de los comensales e incluso curar sus enfermedades.