¿Qué tiene que ver la administración Reagan con que un pandillero centroamericano haya asesinado a más de 50 personas en su país? ¿Qué relación hay entre la ciudad de Los Ángeles de los años 70 y el violento occidente salvadoreño del nuevo siglo? ¿Cómo un grupo de migrantes adictos al heavy metal terminó pariendo a la pandilla más reconocida del mundo? ¿Es una tontería explicar un genocidio indígena, los procesos del café en El Salvador y la guerra civil de 12 años para entender a un asesino de la Mara Salvatrucha 13? ¿Cómo puede un Estado como el salvadoreño quedar en deuda con un despiadado sicario?
Hay muchas preguntas y muchas respuestas. Una de ellas es esta, la vida de Miguel Ángel Tobar, El Niño de Hollywood, integrante de la temida organización criminal de la Mara Salvatrucha. Incluso hay preguntas que quedan abiertas: ¿cómo es posible que, décadas después, el gobierno estadunidense encabezado por Donald Trump no haya entendido nada de esto?