Berlín, en comparación con otras capitales de Europa, es una ciudad relativamente moderna, de algo más de 750 años. En su «corta» historia, ha sido una ciudad dinámica y cambiante, reflejo, como promotora y víctima, de las perturbaciones políticas que han sacudido la época moderna europea e internacional. El 13 de agosto de 1961, los berlineses se despertaron con la ciudad dividida en dos zonas por alambradas de púas, adoquines y hormigón, un muro que durante más de veintiocho años dividió a la ciudad y que fue símbolo de las tensiones en la época de la Guerra Fría, que concluyó cuando el muro fue derruido. En tiempos de aviación, misiles y artillería de gran alcance, de radio, de televisión y de líneas telefónicas, un muro, que pretende dividir y aislar comunidades humanas como las murallas de las ciudades medievales, parece un anacronismo inútil. Sin embargo, fue eficaz y desgarró una ciudad, creando múltiples tensiones internacionales y graves problemas humanos y familiares. Pero un día de noviembre de 1989, de forma inesperada, sin tiros, sin violencia, cayó.
Dionisio Garzón, doctor en Derecho por la Universidad de Salamanca, licenciado en Ciencias Políticas y Filosofía y Letras por la Complutense de Madrid, diplomado en Filología Hispánica, Bachelor en Relaciones Diplomáticas por la Escuela Diplomática, diplomado en Altos Estudios Internacionales, con estudios de postgrado en las Universidades de Harvard, Oxford y París, ha sido profesor de Relaciones Internacionales y de Derecho Diplomático y Consular en la Universidad en la Universidad Complutense, profesor de la Universidad de Illinois, director de la revista La Luz (dirigida al alumnado universitario norteamericano) y ha desempeñado diversos puestos en las embajadas de Washington y Bonn-Berlín y en los consulados de Francfort y Chicago. Ha traducido al español a Talcott Parsons, Schopenhauer y Nietzsche.