Donald Trump es un presidente singular, capaz de invertir el modelo diplomático de los Estados Unidos. El periodo de integración europea, que durante décadas supuso un impulso de paz y de bienestar en el continente, se ha comenzado a fracturar, principalmente con la salida del Reino Unido. Los nacionalismos de las naciones con estado ha renacido, resaltando identidades que en pleno siglo de la globalización parecen mucho más líquidas de lo que se afirma; pero han renacido también muy enconadamente los nacionalismos de algunos territorios sin estado, lo que aumenta la fragmentareidad.
La xenofobia y la tentación autárquica han vuelto a las ciudades de Europa, olvidadas ya en alguna medida de lo que supuso en su historia. La crisis económica de 2008 ha aumentado las desigualdades sociales, con efectos todavía impredecibles en el marco político.
El nacimiento del ISIS y la extensión del terrorismo global han convertido el mundo en un campo de minas difícil de rastrear. Corea del Norte prosigue su escalada militar y su desafío. China ha consumado su liderazgo mundial, en disputa con Estados Unidos, pero la Rusia de Putin trata de no apartarse del todo del centro del foco mediante intrigas e intervenciones no siempre transparentes.
Latinoamérica recupera niveles económicos y pacifica algunas regiones, pero por otro lado sigue consumiendo la mecha del bolivarismo venezonalo, uno de los nudos del conflicto central de la zona y una de las encrucijadas de división ideológica de todo el mundo.
Con este estado de la cuestión, Josep Piqué se plantea hacia dónde va el mundo, qué destino próximo nos espera. ¿Se repetirán los grandes errores el siglo pasado? ¿Se transformarán las instituciones? ¿Se avanzará en una gobernanza global más eficaz?