El hecho de que una herramienta, unos guijarros de filo cortante con los que filetear la carne, haya podido ser más determinante en la evolución humana que el uso del fuego y la cocción en agua, es un asunto discutible que, paralelamente a la recuperación de la artesanía como el dominio de los procedimientos, se aborda aquí.
Se intenta entender la gramática oculta de la cocina; comprender la inspiración y la creatividad que puedan encerrarse en una receta o en un objeto que sirve para beber, como el porrón o el botijo: «objetos primigenios». De la poesía se ocupa en el capítulo dedicado a «La última cena», que descubre el menú de Jesús y sus discípulos en el cuadro de Leonardo, pero, sobre todo, valora el gesto de las últimas cenas de los condenados a muerte y de los mismos grandes chefs. El libro aborda, además, esa tendencia ecuménica de reconciliación entre Oriente y Occidente, que se ha impuesto, a veces con manifiesta superficialidad, en la cocina global o en la cocina de vanguardia.
Igualmente, al analizar las expresiones «cocina de vanguardia» y «muerte del arte», y al ponerlas en relación con las vanguardias artísticas históricas y su fracaso. Y analiza también el intento de la cocina de vanguardia de encontrar su propio relato legitimador en la alta cultura. Lo que se llama «cocina de vanguardia», «cocina de autor», «creatividad»..., no son más que auténticos memes (declaraciones formuladas con éxito, que se reproducen y extienden con facilidad entre la población) ocultos bajo las entretenidas máscaras de la esferificación, la deconstrucción o el «japonismo», que el libro desenmascara o contextualiza en diversos lugares, entre otros asuntos de indudable interés que el lector encontrará en los textos que constituyen este volumen.