La repentina muerte, en extrañas circunstancias, de Don Sancho Vellocino Céspedes, Marqués del Barranco de los Cernícalos, tras el anuncio de modernizar la residencia familiar del Castillo de Vista Perdida, para convertirla en un centro comercial y de ocio, proyecto con el que no logró despertar el entusiasmo de sus allegados, supone el inicio del fin de una decadente familia que ha hecho de la endogamia, lema y razón de ser.