Las reuniones más importantes ocurren cuando menos lo esperamos. Un conejo gracioso y regordete se encuentra con un nuevo amigo: un huevo pequeño. Entre los dos nace inmediatamente una gran comprensión y cada gesto realizado en conjunto parece tener más sentido. Pero un día, de una manera igualmente inesperada e imprevista, los dos son separados.
Conejo trata de encontrar un nuevo sentido a los hechos cotidianos que hasta hace compartía con el huevo, pero cada acción sólo sirve para poner de relieve la ausencia de su amigo.
¿La separación es el final de una relación? No siempre, a veces es un paso inevitable del crecimiento, el momento de la transformación, de encontrarse un poco más grande, un poco más rico.