El autor, pese a su juventud, maneja con un atino magistral la herencia técnica de autores clásicos, convirtiendo la heterogeneidad de estilos en una historia homogénea que nos hace estar ante un escritor con voz propia. Es una historia de historias, pero sobre todo es una novela de personajes con el suficiente valor como, para en algunas partes de la trama, desempeñar un papel secundario sabiéndose protagonistas en el conjunto de la obra. Deseos, emociones y erotismo, son todas piezas de un puzle en el que encaja a la perfección referencias literarias y filosóficas que alejan al lector de una lectura frívola y vacía de inquietudes.