El grandioso mago del desierto tiene un hijo. Le enseña cómo alzando su mano puede pedir a todas las estrellas que salgan a iluminar a los viajeros. Le ha transmitido las palabras mágicas que hacen brotar agua de la tierra seca. Le ha mostrado cómo sacudiendo su sombrero puede tintar el horizonte con los colores más bellos. Y el hijo del mago del desierto es feliz y muestra mucho afán por saber. El mago del desierto lo observa orgulloso porque sabe que algún día será el mago más grande del mundo.