?Cuando nació mi Pena la alimenté con esmero y la custodié con amorosa ternura. Y mi Pena creció como todas las cosas vivientes, fuerte y bella y cargada de asombrosos deleites. Y nos amamos el uno al otro, mi Pena y yo, y amamos el mundo alrededor de nosotros; porque la Pena tenía un corazón amable y el mío era amable con ella.? En estas parábolas y poemas, Gibrán muestra que la cordura no es siempre tan buena como la pintan.