Un hilarante retrato del estilo de vida de un agente de la CIA y su hijo, inmersos en tantos secretos que no les queda más que llevar una doble vida.
Scott no sabía que su padre era agente de la CIA, aunque llegó un momento en que fueron inevitables las sospechas. Cuando éstas se confirmaron, el hijo se volvió un cómplice que debía guardar el secreto y al que también le tocaba llevar una doble vida. Estas memorias, que se leen como si fuera una novela de espionaje, nos llevan de Nueva Delhi a Bagdad, pasando por Afganistán, Sarajevo, el campo de entrenamiento de la CIA en Virginia y los demás sitios donde la familia tuvo que instalarse siguiendo al padre y sus emplazamientos. El hijo, con los años, se convirtió en periodista de guerra, sin saber que el trabajo más parecido al de los agentes reclutadores es el periodismo de investigación. Estás páginas nos permiten asomarnos a la vida privada de un espía, explorar una compleja relación padre e hijo, mirar desde las trincheras los conflictos que el autor ha cubierto o conocer datos reveladores sobre la presencia de la CIA en México en los días previos a la matanza de Tlatelolco.