El sucesor del bibliotecario se interesa por el destino del desaparecido, hasta que una serie de misteriosas pistas lo conducen a un viaje interno y externo, hacia un mundo que empieza donde acaba el lenguaje. En unas semanas se encuentra en la compañía de los derviches, nómadas intoxicados de Divinidad cuyos ojos arden de amor. Estos hombres, los seguidores de un Shaij iluminado, hablan poco, pero su mera compañía lo llevan al éxtasis del conocimiento.