La adolescencia y la juventud de Lawrence Breavman, hijo único de una vieja familia de Montreal, están hechas de colores deslumbrantes y de repentinos momentos de zozobra y oscuridad. Atraviesa esa época de formación siempre un poco a destiempo, ligeramente desenfocado, acumulando sabiduría y desamparo. Su padre ha muerto y él no termina de entender bien cómo ni por qué; los juegos adultos del amor y la guerra con sus infinitas posiblidades de fantasía y crueldad, lo excitan y lo turban.
Su vida cambia en la universidad, pero la intensidad con que vive no disminuye ni un instante. La ansiedad y el deseo tampoco, como se hace evidente cuando huye a Nueva York. Y en rigor podría decirse que su vida comienza allí, cuando conoce a Shell, una muchacha que el hace descubrir el amor y sus exigencias, los trabajos que la felicidad exige.