Hacia el final de su vida, completamente solo, Plutarco Elías Calles busca un consuelo, descubrir un trozo de Verdad que le permita morir en paz, aunque lo espere un espantoso purgatorio donde tenga que confrontarse con cada una de las personas a las que mandó matar: Francisco Serrano, el padre Agustín Pro, Álvaro Obregón? Cualquier horror es preferible a la Nada, la disolución total, en la que, por alguna extraña razón, Elías Calles nunca había podido creer, y ahora, luego de volverse asiduo asistente a sesiones espiritistas, ha vislumbrado otro mundo y es continuamente visitado por fantasmas.