Gilbert K. Chesterton, el genial escritor inglés entre cuyos méritos se encuentra la creación del inmortal Padre Brown, escribió la desconcertante novela El hombre vivo en 1912.
El hombre vivo narra el caso de Innocent Smith, un hombre común, aunque algo extraño, cuya visión del mundo es pura y no está manchada por el cinismo. Su encanto infantil seduce a la señora Mary Gray, inquilina de la Casa Beacon, y la convence para que se case con él. El resto de los huéspedes de la pensión opinan que la señora Gray ha perdido la cabeza, pues apenas conoce al señor Smith, por lo que deciden investigar el pasado del singular pretendiente en busca de asuntos escabrosos. Y obtienen un gran éxito. En el historial de Innocent Smith encuentran alarmantes acusaciones para todos los gustos: desde intento de homicidio a robo con allanamiento de morada, deserción o poligamia. Los vecinos conjurados escenifican un juicio para dilucidar la verdad de las acusaciones y disuadir a la señora Gray de su propósito. Los capítulos iniciales de la novela, Los enigmas de Innocent Smith, llenos de suspense, describen los hechos de los supuestos delitos. Pero en la segunda parte de la obra, Las explicaciones de Innocent Smith, el inimitable ingenio de Chesterton nos deparará la sorpresa de una inaudita explicación para cada uno de ellos. En estas páginas, como en tantas otras de Chesterton, el humor absurdo y la paradoja no excluyen una reflexión profunda y moral sobre el ser humano y la sociedad, y nos ofrecen una visión nueva sobre las convenciones de siempre.