En 1914 el mundo estaba en vísperas de la Gran Guerra. Tanto Francia e Inglaterra como los imperios centrales trataban de conseguir el apoyo de Rusia, que podía decidir el desenlace de la futura contienda. En esos instantes cruciales de la historia, lord Walden y el joven Winston Churchill esperaban la llegada del príncipe Orlov, enviado del zar en misión secreta. Pero el príncipe no fue el único en llegar a Londres, pues un enigmático personaje procedente de Siberia le seguía los pasos.