Vivimos inmersos en lo que es uno de los periodos de desarrollo más emocionantes de la historia de la humanidad. Desde la Antigüedad hasta el siglo XIX, la vida, en muchos sentidos, cambió relativamente poco. En los últimos cien años, sin embargo, la velocidad a la que se suceden los cambios ha incrementado exponencialmente. Una serie de inventos (desde el telégrafo, la radio y la televisión hasta la telefonía móvil e Internet) han revolucionado nuestro acceso a la información y nuestra forma de entender el mundo.
Alexander Stille cuenta lo que significa para nuestra historia precipitarse hacia la era de la información. Los beneficios son evidentes: la datación por radiocarbono, los análisis de ADN y las bases de datos digitales ponen a nuestra disposición datos que nos permiten, mejor que nunca, velar por la preservación de nuestro pasado. Pero al mismo tiempo, nuestro patrimonio está amenazado. La globalización, la polución y la explosión demográfica amenazan con destruir nuestros monumentos y obras de arte más emblemáticos. El latín, antaño nuestra lingua franca, se halla al borde de la extinción; antiguas esculturas egipcias, como la Gran Esfinge de Gizeh, se están desmoronando; y ahora hasta hay una cafetería Starbucks en la Ciudad Prohibida de China.
En una serie de fascinantes retratos, Stille nos desvela el lado más oscuro del cambio tecnológico. En sus viajes por el mundo entero, sopesa cuáles son las perspectivas de futuro de nuestro legado patrimonial, que ha sobrevivido a miles de años de guerras, pestes y hambrunas. Sus insólitas conclusiones son de lectura obligada para cualquier persona preocupada por el devenir de la humanidad en la actual era de la globalización.