"La tecnocracia del deporte profesional", escribe el autor, "ha ido imponiendo un deporte de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasí y prohíbe la osadía. Por suerte, todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad."
Escribiendo este libro, el autor ha querido hacer con las manos lo que nunca pudo hacer con las piernas. Cuando era niño, quería ser futbolista, pero sólo jugaba bien, y hasta muy bien, mientras dormía.
La presente y definitiva edición incluye el texto que escribió el autor referente al Mundial de 2014, celebrado en Brasil.