Algunas navidades son inolvidables. Y las de 1998 en Quebec serán siempre recordadas por un niño que en aquel momento tenía once años. Fue entonces cuando sus padres le anunciaron que iban a separarse. Jamás creyó que algo así podía pasarle a él y se enfadó y lloró como nunca lo había hecho. Y gritó al cielo: «ayúdame», pero él era tan pequeño y el cielo tan grande. Sin embargo, aquella noche se desató la peor tormenta que Quebec había conocido.
Aquella tormenta marcaría su vida y la de sus vecinos, porque las situaciones extraordinarias hacen que las cosas se vean de una forma diferente. Y en la pequeña comunidad sumida bajo el manto de hielo florecieron relaciones inesperadas y algunas personas recordaron sentimientos que tenían olvidados.
«Una bonita y optimista fábula sobre el amor.»
Telva