Lucas es ciertamente un investigador, pero también un literato, un artista y un teólogo cuya reflexión doctrinal se sitúa entre Marcos, Mateo y Juan. Y aunque comparte materiales de la tradición sinóptica, hace su aportación, resultado de la investigación personal realizada "entre testigos oculares y ministros de la Palabra" (Lc 1,2). No se le haría justicia a Lucas si el texto evangélico heredado de su pluma no fuera reconocido como el "evangelio de la misericordia"; baste pensar en la insuperable pieza, mundialmente famosa, de "El hijo pródigo".