Argumento de El Evangelio Interior
Nunca hasta ahora había la humanidad experimentado tan trágicamente la necesidad de Dios. La mayoría de las veces, únicamente parece rechazarlo porque tal vez los creyentes hemos dado su nombre a cosas incompatibles con la idea que toda alma recta está llamada a hacerse de Él. Y es que es imposible, sin duda, hablar de Dios sin mezclar con su luz gran parte de nuestra sombra. Por eso es necesario que sepamos, al menos, que los límites de nuestro pensamiento y de nuestro discurso no se encuentran en Él, porque Él siempre está más allá de las concepciones más sublimes y del lenguaje más perfecto, vinculado al progreso espiritual de la fe como los gestos de ternura más puros lo están al impulso más profundo del amor.1