Los estudios aquí reunidos oponen a esas dos estrategias una hipótesis simple: el hecho de ver no implica su invalidez; la transformación en espectadores de los que estaban destinados a sufrir las imposiciones y las jerarquías de la acción ha podido contribuir a alterar las posiciones sociales; y la denuncia del hombre alienado por el exceso de imágenes ha sido, de entrada, la respuesta del orden dominante a ese desorden. La emancipación del espectador es entonces la afirmación de su capacidad para ver lo que ve y para saber qué pensar y qué hacer de ello.
Examinando algunas formas y debates del arte contemporáneo, este libro intenta responder a las siguientes preguntas: ¿qué entender por arte político o política del arte? ¿En qué punto nos encontramos respecto a la tradición del arte crítico y respecto al deseo de introducir el arte en la vida? ¿Cómo se ha convertido la crítica militante de la mercancía y de la imagen en la afirmación melancólica de su omnipotencia o la denuncia reaccionaria del «hombre democrático»?