Argumento de El Epistolario (1968-1972)
La fecundidad de la labor de Américo Castro en el ámbito de nuestra historiografía aparece cada día con mayor nitidez. A los 10 años de su fallecimiento, el tiempo no ha invalidado sus controvertidas ideas sobre el país y su literatura: las ha confirmado y enriquecido, y la gran mayoría de sus observaciones y planteamientos conserva todavía una notable vigencia y actualidad. Hablar de la obra de don Améico es referirse así a hechos, nociones y pensamientos vivos, cuya fuerza genésica, revulsiva, impregna nuestra visión de España y su cultura, de su pasado, su presente y su porvenir.1