Spademan era basurero. Eso fue antes de que la bomba sucia estallara en Times Square, antes de que su esposa muriera en uno de los ataques terroristas y antes de que la ciudad cambiara para siempre. Ahora es un asesino a sueldo.
En una Nueva York distópica, dividida entre los que se pueden permitir vivir enganchados a una realidad virtual sofisticada y los que quedan a su suerte en las calles arrasadas, Spademan elige las calles.
A sus clientes les gusta que no pregunta y que es rápido y hábil con el cúter. Para Spademan, matar gente por dinero no es muy diferente de ser basurero, y el sueldo es mejor. Su último encargo consiste en matar a la hija de un poderoso pastor evangelista. Encontrarla es fácil, pero el trabajo se complica: su víctima guarda un secreto inquietante. Spademan debe conjugar la terrible realidad con su propia imaginación para realizar el trabajo, mantener limpia su conciencia y seguir con vida.
¡Pura dinamita!