Argumento de El Encuentro
Barcelona, año 6. En una madrugada lluviosa de febrero, se encuentran casual y catastróficamente en las Ramblas un ocioso y un trabajador. Ambos se hallan en situación de disponibles : el primero, por naturaleza ; el segundo, por haber cumplido ya con su deber. Así empieza una amistad, una juerga, una aventura, que tiene como fondo la lucha por el control de la ciudad. Nos hallamos en plena época imperial, más allá de la voluntad y la memoria. Nadie es ya dueño de sus actos. Nadie, salvo un puñado de insensatos, decididos a saltar a la palestra sin pasión ni convicción. Primera parte de una saga discretamente épica, Juana laRosa, responsable de la publicación de estos papeles, se compromete a revelar en entregas sucesivas si el espíritu del tiempo no lo impide y las fuerzas no le fallan la verdad de esa Horda irreductible que se ha propuesto liberar a Barcelona de las legiones consulares y proclamar allí, precisamente allí, en uno de los confines del Imperio, la primera ciudad libre de la Hélade.1