El 18 de marzo de 1314 moría en la hoguera Jacques de Molay, último Gran Maestre del Temple, cerrándose así, aparentemente, una crucial época de la Historia. Pero en 1960 y en plena meseta castellana, un suceso fortuito destapa nuevamente lo que puede ser el último secreto de los Caballeros Templarios con el descubrimiento de un cadáver irreconocible, pero con una arqueta de hierro a sus pies cuyo ignorado contenido se disputan el probable heredero del terreno y la iglesia católica. El ambiente de la época y sus costumbres están descritas con el realismo vivido por el autor y el suspense se mantiene hasta el final en una narración creíble por la humanidad y cercanía de sus personajes.