Argumento de El Duende, Hallazgo y Cliché
Esta obra habla de la naturaleza del duende, los sinuosos y aun detectivescos caminos de su fábrica y sus cansados pero incansables epígonos. La propia construcción de la palabra duende, desde que la lengua de Castilla lo acuña en el siglo XIII hasta que Lorca le imprime su definitivo valor estético-metafísico, es, en este sentido, un juego de laberintos con salida. Hay, digamos, un «duende de los diccionarios» que ha sido malinterpretado, al haberse percibido como idéntico al lorquiano, y que a partir de ahora exhibirá un itinerario desbrozado. «Juego y teoría del duende» (1933) es, por un lado, un ejercicio literario atractivo y complejo, impar y célebre, el más fecundo de los ensayos de Lorca dados en conferencia, pero también exuberante y, en ocasiones, errabundo, que ha generado reiteración y palabrería. En este trabajo queda desvelada una buena cantidad de misterios que el manuscrito lorquiano aún escondía. Existen tres tipologías de duendes musicales anteriores a 1933, y resultan ser la base del de García Lorca. Estos tres duendes, diferenciados aunque interrelacionados, se identifican y caracterizan por vez primera.Los más antiguos son estrictamente musicales, consisten en un tecnicismo jergal y los atestigua y define Felipe Pedrell: son rigurosamente inéditos. Extensión vocal de estos, y ya flamencos, son los que alentaban en la prensa liberal sevillana, concretamente en los artículos de Galerín, periodista, publicista y político cuya vida fue paralela a la de Federico. Quienes han reparado en ellos han errado en su comprensión, por haberlos leído con las poderosas gafas correctoras lorquianas. Los terceros espíritus de la serie, aparatosamente tópicos, fueron promovidos por los hermanos Álvarez Quintero. Lorca los conocía bien, pero los Quintero, junto con Jacinto Benavente, eran sus bestias negras. Por último, este libro registra y analiza una docena de ropajes, atuendos o filiaciones que adopta, después de Lorca, un Duende ya muy Persona, a saber: pureza, gitanería, antigüedad, ruina, beldad de lo feo, amusicalidad, jondura, grandeza, verdad, mística, rajo y pellizco. Ratificando un empalago. Celebrando nuestra seducción.0