Argumento de El Día que no Fuimos Nada
Encuadernación: Rústica
No sabíamos explicarlo, pero muchos preferíamos indagar en la mitad de todas las cosas. Andábamos en problemas mayores propios de una edad menor y no malgastábamos el tiempo en decidir si queríamos ser abogados, biólogos marinos, ministros, ingenieros de telecomunicaciones o dentistas. Mientras progenitores y educadores parecían juzgar como un lujo burgués nuestra indiferencia en trance tan fundamental, nosotros les ignorábamos con educación y sufríamos el acoso constante de todo tipo de espejos. Nos devolvían magnificados pequeños cráteres, que brotaban cada pocos milímetros de una faz todavía difusa, pintada a mano alzada y con prisas. Un retrato robot de rasgos que solo se apuntaban. La incógnita perfecta con la que guarecernos de un futuro que aún parecía una amenaza lejana, casi irreal. Lo único indiscutible era que odiaba las matemáticas. En justa venganza, elegí letras mixtas. Asignaturas obligatorias: literatura, latín y matemáticas.1