Desde el origen de la campaña de El Día del Enfermo, en 1985, a la luz de Dolentium hominum, los obispos españoles, unidos a la solicitud pastoral del Santo Padre, han trabajado con interés año tras año para que estas jornadas sean en la Iglesia de España y en cada Iglesia particular un momento fuerte de sensibilización, participación y oración que acerque la realidad del hermano enfermo.
Un tiempo intenso y generoso para ofrecer el sufrimiento en favor de la Iglesia, así como una invitación a todos para que reconozcan en el rostro del hermano enfermo el de Cristo que, padeciendo, muriendo y resucitando, realizó la salvación de la humanidad.