Trafalgar es la partida final de un gran juego que Inglaterra y España empezaron en el siglo XVI con el dominio de medio mundo como meta, y que condicionó la política y la economía de los dos países. Mucho se ha escrito de esta batalla tan heroica como innecesaria -mera maniobra de distracción de Napoleón, pues sus enemigos ya estaban vencidos lejos de allí, en Europa Central-, pero pocas veces se ha narrado de forma tan apasionante.