Cuando el jeque Sharif le ofreció a Irene Taylor que fuera la señorita de compañía de su hermana y ganar más dinero del que había ganado en toda su vida, no pudo rechazarlo porque, por fin, podría sostener a su familia. Irene era inocente, pero sabía muy bien que los playboys como Sharif dejaban un rastro de desolación a su paso, y estaba dispuesta a resistirse a su habilidosa seducción... Sharif sobresalía en cualquier sitio, pero, sobre todo, en la cama. Todavía no había comunicado su compromiso y disfrutaría de la libertad hasta que lo hiciera. La intrigante Irene sería el perfecto desafío final antes de que se entregara a una vida dominada por el deber.