Ser espiritual significa ser presa de un misterioso impulso divino que nos lleva a manifestar algún aspecto de la fuerza más profunda de la vida. Alcanzamos la plenitud de nuestro ser cuando dejamos que el espíritu nos desgarre, trastocando nuestros planes y perturbando nuestros conocimientos, rehaciéndonos desde los mismos cimientos de nuestra existencia. Nada es más estimulante, nada es menos sentimental que la invitación del espíritu a convertirnos en quienes somos y no en quienes creemos que deberíamos ser.
En esta segunda parte de El cuidado del alma, Moore va más allá de los preceptos de la tradición y la práctica externa de la religión para mostrar a los lectores cómo hallar el espíritu que se mueve en la vida cotidiana. En este fascinante análisis de la religión y la espiritualidad, Moore invita al lector a reimaginar la forma de alcanzar una vida espiritual más rica, posibilidad que está al alcance de todos los que buscan.