-¡Papá, cuéntame un cuento!
¿Se acuerda? Los muebles eran más grandes, los techos más altos, los días más largos. Las gotas de agua, como seres vivos, se desafiaban a correr por los cristales. El mundo era nuevo, como especialmente creado para nosotros, y los días eran una sucesión de misterios, sorpresas y de descubrimientos.
Volvemos a asistir al solemne descubrimiento de la palabra, volvemos a ver el mundo con los ojos limpios de nuestros hijos. Contarle cuentos a un niño es un raro privilegio. ¡Que lo disfrute!