Fago arrastraba agrios y profundos enfrentamientos personales que se agravaban conforme discurrían los años: amenazas, agresiones, cruces de denuncias e, incluso, algún intento de asesinato. Había dos Fagos, cuyos perfiles se acentuaron tras la elección del alcalde. Grima defendió con ahínco el deslinde: la reclamación de unos montes gestionados por la capital del valle, Ansó, lo que provocó un enfrentamiento institucional entre los dos ayuntamientos que terminó interfiriendo en la vida del pueblo. La atmósfera cotidiana fue haciéndose paulatinamente irrespirable. Hasta resultar mortal para uno de sus habitantes.
Un año después del suceso, el periodista Eduardo Bayona narra, como si de un verdadero thriller se tratara, la investigación de un asesinato que sobrecogió a la opinión pública.