Los privilegiados lectores del diario deportivo Olé manejan el dato desde hace diez años: las columnas de El Contra generan atracción, provocan adicción y, a estas alturas, configuran una de las tradiciones más sólidas del humor de estas pampas. En esta ocasión, el periodista Antonio Serpa decidió ampliar su mirada negativa, su inconformismo celestial y su incorrección política, social y cultural. Porque vale aclararlo de entrada, a diferencia del recordado personaje de Juan Carlos Calabró, este Contra no tiene reparos. Aquí sus comentarios ácidos e hilarantes se despliegan sobre buena parte del universo nacional y popular. Los sacudones se suceden unos a otros. Con risas entre dientes. Y maldiciones. Con carcajadas y gruñidos. Sin respiro. Como si se tratara de un largo stand up. Como bien lo explica en el prólogo Juan José Becerra: nadie sale vivo. El ejercicio es letal. ?Para El Contra, hablar es lapidar. Vilas: número dos de un deporte donde fue número uno ¡un rumano! (Nastase). Fangio: uno de los grandes losers de la historia. Mercedes Sosa: una cantante de covers. Los Pumas gordos comechorizos. Bergoglio: un Papa casi pro puto.? El lector está avisado. Estas páginas son un himno a la arrogancia. Son un homenaje maldito a una costumbre extendida en casi todas las familias argentinas. Son latigazos a lo establecido. Son también un grito, un coscorrón y una pregunta incómoda acerca de qué somos, en qué nos convertimos tantas veces y a quién cuernos creemos que le hemos ganado.