No necesitamos solo ejemplos filosóficos (que solo contienen unas pocas características que el filósofo ha decidido que son las de mayor relevancia para su argumento); también necesitamos novelas sobre la forma de vida global de la gente que realmente cree y vive la vida de la conmensurabilidad; sobre cómo llegaron ahí y cómo lidian consigo mismos y con los demás. Necesitamos aceptar esas obras, y otras obras sobre gente que vive y valora de manera diferente, para abordarnos no solo en y a través del intelecto, sino evocando respuestas no intelectuales que tienen su propia forma de selectividad y de veracidad. Cualquier teoría social que recomiende o emplee una medida cuantitativa del valor sin haber ejercitado antes la imaginación por este camino me parece completamente irresponsable.