Un joven conde plantea a su ayo diversas cuestiones morales y obtiene siempre la misma respuesta: un cuento. Sobre esta estructura -el diálogo entre Lucanor y Petronio- y con un exquisito equilibrio entre el relato y el propósito ejemplarizante, don Juan Manuel construyó un libro ambicioso, depurado y entretenido, que todavía hoy se impone al lector por su finura de pensamiento y de escritura.