Como Marco Polo en Las ciudades invisibles (Italo Calvino), el autor de la trilogía De Infernis se sumerge en la idea de que el infierno, los infiernos, no son cosa del futuro, y de los muertos. Al contrario, son aquí y ahora, entre nosotros, en el mundo de los vivos. En ellos se desenvuelven los personajes (aunque quizá fuera mejor decir que son éstos quienes los dan forma) de las tres novelas.
En esta primera obra de la trilogía, el infierno adquiere forma en el mundo rural, en un rincón remoto y aislado, cerca y lejos al mismo tiempo de todo y de todos.