Peter Handke es ejemplo, resumen y máximo exponente de los rasgos más característicos y mejores de la actual literatura en lengua alemana.
En las afueras de Salzburgo, separado de su mujer y de sus hijos, un profesor de lenguas muertas vive la vida muerta de la pura contemplación. Pero las cosas suceden, por mucho cuidado que se ponga en evitarlas: un día, en plena calle, Andreas Loser tropieza con un viandante y lo hace caer al suelo. ¿Ha sido un acto intencionado? Si Loser -su voluntad consciente- ha intervenido en el orden del mundo, la consecuencia es clara: se está fraguando una historia, y toda historia necesita un testigo. Éste será el propio hijo del profesor, para que le movimiento desnudo y lógico de la vida se atenga a sus desenlaces necesarios.
El chino del dolor nos ofrece un despiadado análisis del proceso de formación de la obra literaria, es decir: del modo en que se observa e inmortaliza la realidad del paisaje y sus figuras.