Existen en el cerebro estructuras que, cuando son estimuladas, son capaces de generar experiencias espirituales, místicas, religiosas, numinosas o de trascendencia. No existe religión sin espiritualidad, pero sí espiritualidad sin religión. El origen de la espiritualidad en el ser humano hay que buscarlo en los estados alterados de consciencia que se producen durante el éxtasis o trance. Estos estados alterados de consciencia se alcanzan de manera espontánea, utilizando ciertas técnicas o ingiriendo sustancias llamadas alucinógenas o enteógenas. No son estados patológicos, sino una posibilidad más de expresión de estructuras cerebrales.