Argumento de El Cazador de Leones
No todas las señoritas solitarias tienen la suerte de descolgar el teléfono el día en que un intrépido cazador de leones se equivoca de número. Menos incluso son las que, además, han gozado de la fortuna de haber seducido con su voz a este valeroso caballero hasta el punto de conseguir que se «equivoque» de nuevo, llame otra vez a su número y las entretenga con su locuacidad. Claro que quizá no sea una suerte. Es posible incluso que la verborrea de este ajetreado aventurero que hoy tiene tiempo para charlar largo y tendido oculte oscuras intenciones. Que detrás de su animosa simpatía pululen incontables e inconfesables deseos. Que cuando termine de contar sus historias africanas y de entonar lisonjas acarameladas empiece a cambiar el tono, a ser mucho menos sutil, mucho menos soñador. Que hasta parezca francamente procaz. "El cazador de leones" es un ameno, divertido e impecable tour de force narrativo, una novela singular, cotidiana como la vida misma y extraña como un día cualquiera, que retrata en toda su ingenuidad y en toda su bajeza a su monologante protagonista y quizá también a su silenciosa oyente. Pero también retrata al teléfono, que siempre está ahí, a menudo callado, pero recordándonos con su silencio hasta qué punto somos indiferentes a los demás y dándonos así la medida exacta de nuestra insignificancia. Porque lo que todos necesitamos es un «interlocutor válido». Y lo necesitamos con tanta urgencia que, si no lo encontramos, decidimos inventarlo, sin esperar siquiera a que la luna brille en plenilunio y la noche se pueble de aullidos.0